El solar de los cambios
Paseando hoy en día por la orilla del río Arlanzón llegamos hasta el Complejo de la Evolución, referente tanto para los burgaleses como para turistas. Es uno de los mayores atractivos turísticos de la ciudad de Burgos, con una media de 248.000 visitantes al año. Sin embargo, esta no ha sido siempre la estampa que encontramos. Observando de frente edificios más antiguos como el Teatro Principal, y dejando a un lado el puente de San Pablo, nadie parece recordar que este mismo dio nombre a un convento y posterior cuartel durante cientos de años.
El cuartel de Caballería, residencia de Regimiento de España nº 11 durante algo más de un siglo, contribuyó a que Burgos fuera, tiempo atrás, conocida como ‘la ciudad de los cuarteles’. Es, posiblemente, el edificio que más reformas sufrió de los que allí se construyeron. En una ciudad con tanta historia militar, cuna de el Cid, uno de los mayores batalladores de nuestro país, la abundante presencia de figuras militares que le acabaron dando este apodo no es motivo de sorpresa.
Fue en 1753 cuando se levantó un cuartel en la calle Vitoria, siendo de los primeros de la ciudad, para solucionar el problema que suponía el que los ciudadanos tuvieran que alojar a los soldados en sus domicilios por falta de espacio. Allí se encontraba el Regimiento de Caballería hasta 1931, que se trasladaron al otro lado del río, cruzando el puente de San Pablo, para ocupar el convento que lleva el mismo nombre. Paso así este a ser cuartel de San Pablo.
La fachada del primer cuartel ocupaba 162 metros. Primaba la anchura frente a la profundidad, dado que de esta forma era posible mostrar todo el esplendor con el que contaba el edificio, la enormidad. A su vez, en su construcción, fue decorado excesivamente.
Con el paso del tiempo, las historias y los rumores han ido creciendo. Se dice que uno de los motivos por los que el regimiento abandonó este lugar fue porque no tenían una zona privada para realizar sus ejercicios con los caballos, siendo siempre objeto de las miradas curiosas de los paseantes del lugar. Esto era perjudicial para los militares, dado que perdían la concentración durante sus entrenamientos llegando a haber en una ocasión alguna víctima mortal.
Cuando el Ejército de Caballería se trasladó al cuartel de San Pablo y quedó vacío el de la calle Vitoria, pasó a ser ocupado en 1932 por una compañía de Guardia de Asalto y por los ejemplares de sementales que pasaron al cuartel como su nueva estancia permanente. Fue derribado en 1980 cuando, vista la necesidad de crear más cuadras y realizar reformas, cerramientos, se construyen nuevos pabellones para alojar a los ejemplares equinos y, por tanto, el cuartel queda vacío.
Al pasar a ocupar el antiguo convento de San Pablo, este tuvo que ser remodelado para cubrir necesidades básicas de la milicia. La mayoría de ellas se llevaron a cabo en la parte baja del edificio, pues fue la destinada al alojamiento de los caballos. Se trataba de transformar los patios de los dominicos en una veterinaria, cuadras, picaderos y zonas de entrenamiento. Se trató de aprovechar la estructura del convento en la mayoría de lo posible y de reutilizar materiales de este que hubieran sido desechados para abaratar costes.
Fue al año siguiente, 1964, cuando el Ayuntamiento realizó la propuesta de adquirir el Cuartel de San Pablo con la idea de derribarlo para parcelar el solar y realizar nuevas construcciones que, sin embargo, no se llevarán a cabo hasta bastantes años más tarde. Esta compra no se realizó hasta el año 1966, al día siguiente del abandono del lugar por parte de las tropas.
Inmediatamente el Ayuntamiento compró el lugar y ordenó finalmente su derribo en 1973. El Regimiento de Caballería que había permanecido allí durante 40 años fue objeto del cariño de la ciudad dado que, al desalojar tan rápido el lugar y poderse proceder a su derribo, el nuevo espacio libre saciaba la necesidad de urbanizar una zona tan importante de la ciudad.
La parte menos interesante de lo acontecido en este lugar fue el período entre el derribo del cuartel y la inauguración del Museo de la Evolución Humana en 2010. Durante estos 37 años el solar se utilizó como aparcamiento, algo que es necesario en el centro de una ciudad con cada vez más crecimiento pero que, por otra parte, anula toda la grandeza que había conseguido el lugar a lo largo de los siglos tanto por su historia como por su aspecto.
La historia del cuartel de Caballería y del resto de edificaciones que otorgaban a Burgos el título de “ciudad de los cuarteles” se encuentran repartidas en diferentes instituciones y exposiciones. En esta ciudad, el recuerdo más vivo de ellos se encuentra en el actual Museo Militar de Burgos, cuyo edificio se llena de historia tanto por dentro como por fuera, al tratarse del antiguo Palacio de Capitanía.
En 153 años que el Regimiento de Caballería España nº 11 estuvo en Burgos, son muchas las historias que quedaron recogidas en las zonas próximas al puente de San Pablo. En la memoria ciudadana ha ido pasando el nombre de San Pablo como un guiño a lo que allí quedaba y, de cuatro referencias, hoy en día sólo queda el puente.
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Representación de los militares delante del cuartel de San Pablo. MUSEO MILITAR DE BURGOS
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Esta historia ha quedado de alguna
forma impresa. Para aquellos interesados, diversos libros y artículos se
encuentran disponibles en la Biblioteca Pública de la ciudad. Quizá los más
importantes para comprender una época tan larga y llena de cambios sean
"Burgos y sus cuarteles" de Miguel Merino Megido y "Arquitectura
Militar de Burgos" de Fernando Sánchez-Moreno del Moral.
8 siglos de evolución humana, desde su inicio como convento, que
ahora pasan desapercibidos en los millones de años que el MEH intenta reflejar.
Si en un tiempo Burgos fue considerada la "ciudad de los cuarteles",
este espacio podría considerarse el "solar de los cambios", habiendo
sido testigo de situaciones muy diferentes, cambiando de personalidad. Siendo
hogar de clérigos y de militares, como aparcamiento de vehículos ya fueran de 4
patas o de 4 ruedas y acogiendo hoy a miles de turistas de todo tipo de
nacionalidades y edades que no son conscientes de los cambios que ha sufrido el
suelo que están pisando.
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